Carnavales

Hemos tenido un fin de semana de lo más intenso, lleno de nervios y emociones. Tanto, que la pobre Maia tenía cara de cansada recién levantada.

El viernes fueron disfrazados al cole y tocada mostrar a los aitas el baile que llevaban meses preparando. Fue una pena, porqué llovió tanto que al final ningún padre pudo verlo y tuvieron que hacer el baile en el pasillo, una pena para ellos.
Total, que el viernes por la mañana Jon se tuvo que encargar de vestirla para la ocasión, les tocaba ir de Rockeros y estaban todos super salados. Madre mía, cuando fui a recoger a la enana a la gela me moría de la risa al ver lo graciosa que estaba.


Llevaba unas converse de su primo Haritz, la falda de leopardo de su prima Itxaso, unas medias brillantes, unos guantes rojos, una camiseta de Don’t stop the music y una txupa de cuero. Luego un par de coletas y un poco de laca morada en las puntas. ¡Estaba total!
Fui a recogerla a las 15h, no habían tenido siesta y se notaba que estaba pasada de vueltas y cuando llegamos a casa no quería dormir, estaba tan cansada y alterada, que le dio como un ataque de ansiedad, pobre se puso malísima, estaba agotada pero no quería dormir siesta y le dieron los nervios y la rabieta. Al final, después de muchas caricias y calmarla se durmió. Al levantarse la siesta seguíamos igual, otro ataque, seguía teniendo sueño y estaba alterada, pero se le pasó en cuanto subimos a la fiesta de disfraces del Etxebarri en el pueblo.
Había merendola para los enanos y música, y estaban todos como locos venga a correr y gritar, una locura, mi cabeza no podía más, así que para las 21h nos fuimos a casa. Se lo habían pasado en grande y ahora tocaba descansar, necesitaba relax.

Y el sábado tuvimos alubiada en el pueblo en el txoko de unos amigos. Éramos 10 adultos y 5 pekes, aquello era una locura en algunos momentos, porque llovía tanto que tuvimos que estar todo el rato dentro del txoko y por muchos juguetes que tengas al final los pekes necesitan libertad y llegamos a parecer una jaula de grillos.

Hicimos dos putxeras, una de alubia blanca con almejas que estaba que te mueres y otra de alubia roja con sacramentos de morir también. Nos pusimos finos. Esti hizo los cupcakes de postre y entre licor y licor amenizamos la tarde con la guitarra de Jon, bailables y risas.


Estuvimos allí desde las 11 de la mañana hasta las 22h que nos retiramos y al llegar pensaba que íbamos a tener que atar a Maia a la cama, ¡qué energía! Menos mal que al final se durmió.

Madre mía, estos fines de semana tan intensos pueden conmigo, si señores, ¡me hago mayor!



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