El síncope de Jon en Itxina

En 2010 estábamos a tope con las rutas de monte. Solíamos quedar con la kuadrilla de Jon, ya que a muchos les molaban esos planes y nos juntábamos los fines de semana para hacer rutas.
Una de ellas fue la ruta por Itxina. Le dejamos organizar la ruta un amigo de Jon y sus palabras fueron: “Ruta suave. Un paseo.”
La mayoría de nosotros fuimos con nuestras botas de monte y preparados para cualquier cosa de este colega, yo no me fiaba mucho, pero Ditzi, fue más ingenuo y apareció en zapatos, pobre…Pero es normal, si te dicen que es un paseo ¿Por qué vas a dudar?
Empezamos la ruta desde Urgoiti, subimos por unas campas y llegamos al Ojo de Atxular.





Y entonces aquí se complicó la cosa, querían atravesar el ojo y hacer una ruta circular que Aritza (el organizador de la ruta) había visto. Estábamos dando vueltas por una zona bastante peligrosa, muy empinada y llena de rocas, y decidimos ir dirección a un riachuelo, todo esto bajo la indicación de un GPS.
Era complicado bajar, estaba muy en pendiente, mucha roca suelta y había un solazo terrible, pero no nos quedaba otra. Empezamos a bajar y detrás tenía a Ster y a Ditzi, os recuerdo que Ditzi venía en zapatos.
En una de estas me di la vuelta y vi a Ditzi derrapando, pensaba que se mataba, Ster le agarro como pudo y se sujetaron en una rama de un seto medio muerto que había por ahí. Madre mía que miedo pasamos, llevábamos ya un par de horas caminando y lo que nos faltaba era esto.
No se como Ditzi y Ster consiguieron bajar sin morir en el intento, pudimos descansar y respirar tranquilos junto al riachuelo junto a un buen almuerzo.


El momento río fue media vida

Después de la parada tan necesaria no teníamos otra opción que seguir las indicaciones de Aritza, cualquiera volvía a subir aquella pared empinada para volver a casa, era una locura.
La cosa se volvió dramática, cascaba mucho sol, Ster y Ditzi estaban reventados.


Ster y Ditzi sufriendo

Pero no era lo peor, Jon estaba a punto de que le diera un sincope. Seguimos la ruta por un sendero que bordeaba un precipicio, teníamos que ir en fila y Jon ya empezaba a decir de las suyas: “¡que venga el helicóptero a rescatarme!” (ahora lo recuerdo y me río, pero menuda tensión).
Y justo a mitad de camino vemos el esqueleto de una vaca, bueno, más bien la cabeza al más puro estilo del oeste. Yo ya no sabía ni donde meterme, solo quería llegar a las campas para que Jon descansara. Estaba dándonos tanto el sol que a Jon se le quedó la cara como el malo de Mazinger Zeta.



Seguimos subiendo y vimos la típica bañera que hacía de abrevadero para las vacas y aquí fue cuando le dijimos a Jon que tenía que meter la cabeza, le iba a dar algo, necesitaba agua fría para espabilarse. Pobre, que vuelta tuvo.
Después de 6 horas de ruta llegamos a las campas y Jon por fin vio la luz.



Fue un día duro, repetiríamos la ruta, pero preparándola nosotros. ¡jaja!

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