Phea Rum el tuctuquero.

En 2013 Jon y yo decidimos tirar la casa por la ventana y hacer un señor viaje. En un principio íbamos a ir solo a Tailandia, pero ya que íbamos a pegarnos un buen viaje yo no quería dejar escapar la oportunidad de ir antes a Camboya y ver Angkor Wat. Así que nuestro itinerario varió un poco, salíamos de Bilbao destino Camboya, estábamos dos días y de allí volábamos a Bangkok para movernos a distintos sitios.


Íbamos con la mochila vacía, 4 ropas y si necesitábamos algo lo compraríamos allí, lo único que cogimos fue el hotel en Siem Reap. Hicimos caso a Lonely Planet y cogimos algo barato, no queríamos grandes lujos y queríamos algo para dormir y ya está.
Nuestra sorpresa fue que al llegar al hotel nos dimos cuenta de que hotel básico no tenía nada, nos vino a recibir el ¡director del hotel! Jon estaba que le salía humo por la cabeza: ¡pero si veníamos a lo mochilero esto que es! No podía parar de reírme.
Una habitación enorme, con fruta de bienvenida, teníamos piscina y todos los lujo
s.

El super hotel

Después de dejar nuestras mochilas en nuestro hotel nos fuimos en taxi al centro de Siem Reap.


Queríamos encontrar a algún tuctuquero que nos llevara a Angkor Wat. Ya nos avisaron que teníamos que regatear, yo soy malísima para esas cosas, así que le dejé el trabajo a Jon.
Nos dijeron en el hotel que teníamos que ver el amanecer en Angkor, con lo que teníamos que madrugar mucho.
Dando una vuelta por el centro preguntamos a un par de tuctuqueros, no querían madrugar y encima eran caros. Pero dimos con Phea Rum, un tuctuquero que nos hacía buen precio, venía a buscarnos al hotel a las 4:30 de la mañana y nos llevaba por todos los templos haciéndonos de guía, además sabía inglés.
Phea Rum y su tuctuc


Nos fuimos al hotel a descansar, no sin antes tener un incidente con un geko…pobre geko, ¡que iba a saber yo que son sagrados! Estaba en la cama durmiendo y al abrir los ojos veo un lagarto enorme justo en mi cabeza, el grito que pegue fue pequeño. No lo matamos, no os penséis, simplemente lo cogimos con papel y lo sacamos por la ventana. Si, ya sé que se comen los mosquitos, blabla, pero ahí no lo sabía, ¡menudo bicho!

A las 4:30 Phea Rum nos estaba esperando en la puerta y pusimos rumbo a Angkor Wat, después de 30 minutos llegamos, no había casi nadie, no tardamos nada en sacar los tickets y entrar. 


Aquello era espectacular, pudimos hacer ésta mítica foto casi sin gente (aunque Jon dice que había, pero mirando las fotos no se ve tanta) después parecería la guerra.

Phea Rum nos llevó por todos los templos haciéndonos de guía, se portó genial.


No tengo palabras para describir Angkor Wat, repetiría sin dudarlo 


Volvimos al hotel y quedamos con él para que nos llevará a ver algo que el recomendara. Nos llevó a ver pueblo flotante de Chong Kneas en el lago Tonle Sap y los pueblos de alrededor.




Ahí fue donde tuvimos tiempo de charlar con Phea Rum, nos calló una chaparrada a mitad del camino y tuvimos que resguardarnos en un templo. Su mujer era profesora y él quería dejar el tuctuc. Como soy así le pedí su email para estar en contacto, quería ayudarle.
Para despedirnos nos llevó a comer a un sitio que estaba muy bien y nos despedimos, al día siguiente volábamos a Bangkok, pero eso ira en otro post.

A la vuelta del viaje le envíe un email pidiéndole su dirección quería enviarle un par de móviles viejos que tenía para ver si podía conectarse a Internet con ellos.
Le hice una web para su tuctuc:  http://happyphearum.webnode.es/

Y 250 tarjetas de visitas para entregar a los futuros clientes.
Cuando le llegó el paquete nos envió un email precioso, diciendo que no había conocido nunca a nadie como nosotros, que estaría siempre agradecido.



Foto de las tarjetas y del paquete cuando llegaron a la oficina de Phea Rum

Hice lo que pude por ayudarle, sé que las tarjetas de visita le hicieron mucha ilusión y gracias a ellas tuvo algún comentario en la web. Me alegra saber que sirvió para algo.
En cuanto a los móviles que le envié no sirvieron de mucho, no le debían funcionar bien con internet y al final llego a la fase de pedirme que le enviara otros. Le dije que vendiera los que le había enviado y que se comprara uno, pero que no podía enviarle más móviles porque no tenía.

El último contacto que tuve con él fue en 2014, justo recién mudados a la casa nueva. No hemos vuelto a saber de él, pero si algún día volvemos a Siam Reap le llamaremos para ver cómo le ha ido la vida.


















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