Mike, el vendedor de gorras.

En 2012 tuve la oportunidad de viajar a EEUU, un país que por aquel entonces no me llamaba nada. Mi pareja tuvo que trasladarse a Virginia por trabajo a principios de enero y no volvería hasta septiembre, por lo que acordamos coger vacaciones en mayo para recorrer algunos de los lugares más emblemáticos del país. Gracias a ese viaje me di cuenta de mis prejuicios con Estado Unidos, ya que visité sitios maravillosos y pude conocer a gente estupenda. Uno de esos sitios fue la ciudad de Nueva York, donde conocí a Mike, un hombre que tenía un puesto de gorras en la parte baja de Manhattan, cerca de Wall Street.

Habíamos desayunado en un típico establecimiento newyorkino, un brunch a base de huevos fritos, bacon, tostadas…un aporte de calorías bestial que nos dejaba listos para patearnos la ciudad. Después de dar una vuelta por la zona cero, en donde estaba el hotel, fuimos hacia el norte en dirección a Union Square. Paseando por la calle vimos un puesto de gorras muy guapas y nos paramos a preguntar el precio. Nada más verle los ojos me di cuenta de que les pasaba algo. Nos preguntó de dónde éramos y en seguida empezamos a hablar.

Foto puesto de gorras, enviada por Mike

Mike había vivido un tiempo en España y durante su estancia nos contó que había sido muy feliz, pero se tuvo que volver. No recuerdo cómo salió el tema de sus ojos, pero nos contó que tenía glaucoma y que cuando vivió en España tenía los ojos mejor debido a que era más barato comprar la medicación (¡bendita seguridad social!), pero que desde que volvió a Nueva York su enfermedad había avanzado porque allí su tratamiento es muy caro. Nos dijo que sólo la consulta médica para pedir la receta le costaba más de 1000 dólares, ¿perdón? Sí, leéis bien, me quedé en shock…
Le dijimos que le íbamos ayudar, ¡estaba tan emocionado que nos quería regalar las gorras!
Nos intercambiamos los emails y le dije que en cuanto llegase a casa le iba a escribir.

Foto con una de las gorras de Mike, al loro las dos del fondo, ¡dan miedo!

Y así fue.

El 11 de junio de 2012 le escribí el primer email ¡al que me contestó en castellano!
Creo que no se esperaba el email, igual creía que éramos unos turistas más y que nunca más iba a saber de nosotros. Pero no.

Primer email que me escribió Mike

Le dije que me dijera qué gotas necesitaba para enviárselas, ¿sabéis cuánto me costaron las gotas? 2€ cada bote.
El paquete llegó y Mike estaba feliz.

Contestación de Mike al llegar el primer paquete

Cuando leímos su correo nos emocionamos. ¿Cómo puede ser que uno de los países más desarrollados del mundo, si no el que más, tenga unas políticas sociales tan neoliberales pobres que los menos pudientes no tengan acceso a la sanidad? Es tan injusto…
A lo largo de estos años hemos seguido en contacto y todo lo que le envío me lo paga vía PayPal. Su enfermedad se ha ido agravando estos años, pero las últimas noticias que he tenido de él esta semana son buenas.  Gracias a nuestra ayuda sus ojos han mejorado un poquito.



Último email de Mike


Quiere volver a España, a una zona cálida para poder seguir vendiendo sus gorras. Ojalá podamos coincidir en persona otra vez.







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